The fool on the hill se levantó esa mañana con la esperanza de tener un gran día de asueto... y no daba crédito a lo que veía; al otro lado de sus empañadas ventanas, se dibujaban los trazos blancos de las rodaduras de los coches por su calle. Respiró, se puso el abrigo, cogió su coche y se dirigió al cole con una media sonrisa en su rostro.
Según avanzaba por el carril derecho de la carretera, empezó a sentir un sentimiento largamente olvidado, entonces se dio cuenta que ese día se lo pasaría como hacía mucho tiempo...
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